sábado, 5 de febrero de 2011

Hogar, agridulce hogar

¡Dios que bien me siento viviendo solo! Y siendo adolescente he de puntuar. Porque no hay nada mejor que levantarse un soleado domingo, abrir la ventana del cuarto para dejar entre el sol y dejar que el aire fresco se lleve esos olores mañaneros que todos los tios del mundo producimos los domingo por la mañana, que a nosotros no nos molesta pero que a cualquier invitado o madre si.
Pues bien, mi vida en solitario es genial, o al menos es una vida que llevo bien. El hecho de poder atiborrarse de Doritos viendo una peli en una cama que lleva décadas sin hacerse es una sensación descocada a la vez que acogedora, por no mencionar el hecho de encontrarse Doritos en mitad de la noche, son autosorpresas que una madre no te permitiría preparar.
Me encanta, me encanta comprar "lo necesario para sobrevivir un finde" y que eso sea chocolate, Coca-Cola y pipas. Me encanta andar en bolas por la casa, comer a la hora que quiera y jugar a la Play hasta que me aburra, si he dicho bien hasta que me aburra.
Son cosas que no se pueden hacer con papas cerca.
Es fantástico vivir solo pero...necesito unas lentejas caseras ya!!

PD: También necesito un cursillo acelerado de plancha y escoba, no soporto cuando el cepillo se llena de pelusa que suelta a antojo y voluntad por los rincones ya barridos de la casa. ¡Maldito cepillo viejuno!

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