sábado, 12 de febrero de 2011

De expedición

No hay nada mejor que una buena expedición, y es que a mi me encantan las expediciones.
Una buena caminata, que termines con las piernas to rozaas; meterte en una tienda de campaña que te pega to la solana, que estas ahí poco bien; comer hierbas pa purgarte; beber tu propia orina; limpiarte el ojarasco con hojas; que se te forme una buena tortillaza de sudor; despertarte creyendo que tienes algo en el pelo; agacharte y oír como la tierra te habla y dice: "¡Gilipollas que haces tan lejos de tu casa!"; luego llegar a la montaña y poner los brazos en jarra, que gusto da eso; poner la cara de mirar de lejos...
En fin, no hay nada mejor que una buena expedición.

viernes, 11 de febrero de 2011

Mierda

Hoy voy a hablar de algo que me preocupa y bastante, mi futuro. Y es que necesito una señal, ya sea divina o en láminas de aluminio pero la necesito, quiero un camino que seguir y una meta que me motive a conseguirla. Lo que estoy haciendo ahora no me motiva para nada y de verdad pienso que no he encontrado mi camino en esta vida. Mi destino no es acabar la carrera y ya, no, yo necesito algo distinto.
Quiero viajar, vivir experiencias en sitios completamente distintos, conocer a gente que valga la pena conocer y salir de la monotonía que oxida mi vida. Necesito respirar aire fresco, dormir bajo la luz de las estrellas y sentirme vivo y completamente completo.
El hecho de pensar que me quedan años aquí, en mi mismo piso de siempre, con mi mismo compañero gordo de siempre y viendo a la misma gente aburrida de siempre me amarga la existencia.
No puedo más, voy a explotar y no se por donde pues escribir no me sacia del todo; tampoco leer, ni internet, ni la jodida tele con sus porquerías de series y películas.
Sabéis que necesito, necesito un concierto. Necesito saltar y gritar y gritar hasta más no poder, necesito estar con gente que quiero haciendo las mismas cosas absurdas que me gustan. Quiero aburrirme con mis amigos e idear algo para divertirnos. Quiero enamorarme y volver a sentirme a gusto con alguien y desear que no se vaya nunca.
Pero no, estoy en mi viejo, mohoso y solitario piso de siempre, pasando un solitario, viejo y mohoso finde.
Mierda.

sábado, 5 de febrero de 2011

Hogar, agridulce hogar

¡Dios que bien me siento viviendo solo! Y siendo adolescente he de puntuar. Porque no hay nada mejor que levantarse un soleado domingo, abrir la ventana del cuarto para dejar entre el sol y dejar que el aire fresco se lleve esos olores mañaneros que todos los tios del mundo producimos los domingo por la mañana, que a nosotros no nos molesta pero que a cualquier invitado o madre si.
Pues bien, mi vida en solitario es genial, o al menos es una vida que llevo bien. El hecho de poder atiborrarse de Doritos viendo una peli en una cama que lleva décadas sin hacerse es una sensación descocada a la vez que acogedora, por no mencionar el hecho de encontrarse Doritos en mitad de la noche, son autosorpresas que una madre no te permitiría preparar.
Me encanta, me encanta comprar "lo necesario para sobrevivir un finde" y que eso sea chocolate, Coca-Cola y pipas. Me encanta andar en bolas por la casa, comer a la hora que quiera y jugar a la Play hasta que me aburra, si he dicho bien hasta que me aburra.
Son cosas que no se pueden hacer con papas cerca.
Es fantástico vivir solo pero...necesito unas lentejas caseras ya!!

PD: También necesito un cursillo acelerado de plancha y escoba, no soporto cuando el cepillo se llena de pelusa que suelta a antojo y voluntad por los rincones ya barridos de la casa. ¡Maldito cepillo viejuno!